sábado, 6 de junio de 2009

La sinfonía salvaje - quinto movimiento

En Azul


El aire como un pájaro sonámbulo llenaba el cielo con el aleteo
/de sus metáforas
era como un susurro de mares remando los azules
con archipiélagos, raíces vegetales y árboles de piedra
flotando entre sus alas ondeante como la marea de los sueños.

Era un concertamiento de lagos viniendo del norte y del sur,
viniendo del este y del oeste con sus cuerpos barqueantes
encontrándose en un ballet de ondeantes majestades
bajo el coro plural de los planetas.

Era como el tumulto que yace bajo los tambores de la tempestad.
Era la paz cristalina de la lluvia bajo el vidrio del silencio.
Era el orden de la danza arqueante del ballet de los planetas.
Era como si hicieses visible la transparencia de la piedad.

Nos pusimos a pensar que también la libertad viste de azures,
que en verdad la primavera tiene este color de los samanes,
que todas las semanas del pecado unidas por el fuego
/de sus bordes
forman una sábana azul para amortajarnos la conciencia.

Nos hablaron también de Samaná con sus montes vírgenes
/de mármoles
con su cielo doblado con los brazos arqueados de su bahía
entusiasmadamente azul. Nos hablaron de una Samaná tatuante
y esa Samaná se nos tatuó de azules en los versos.

Si, ahora que volvemos a pensar en el pájaro sonámbulo del aire
y en aquella edición príncipe de azules que metaforeaba al cielo,
yo voy a cantarte a ti, muñeca del tamaño de la primavera
como cantaban los poetas que Sulamitas hubieron en sus
/cámaras azules.

Para ti muselinas del alba demoníaca cosidas de trinos.
Para ti rebaños insomnes de nubes transparentes.
Para ti galopar de lagos en la caballería de las distancias.
Para ti un medallón, el cielo, para tu pecho planetario.

Para ti las hostias interminables de las horas
Para ti las maderas fosforescentes del sueño.
Para ti las gardenias, claras gargantas en el jarrón de mayo.
Para ti mi adolescencia de azucenas palideciendo
/en evocaciones.


Para ti mi cuenca rezumante de nostalgias.
Para ti mi joyero cósmico labrará un collar de islas antillanas.
Para ti pondré la refulgencia de Dominica entre tus senos.
Para ti mi Cibao musical, merengue de rufianas e ilang-ilang.

Para ti, para ti, para ti, para ti, en ti creo, creo, creo
decía el ruiseñor que amamos en la infancia
y como a mí, tú, poesía, amada ineludible,
le abrías las piernas azules donde se suicidaba el cielo.

Este es el tema del piano albeal tocado sobre la nieve ardiente.
Armado de nostalgias como los guerreros del remordimiento.
Como la soledad y la muerte cercando al guerrero en la pelea.
Imponente e imperturbable como un centinela llorando.

Pimentel 1965 (Oyendo la Pastoral de Beethoven).