Mujer de Agua Desnuda
Mujer de agua desnuda clareando mi noche con tu occidente
/solitario,
de la materia de la paz están colmadas tus carnes y las horas,
como del silencio naciendo bajo el tumulto de las algarabías,
como un mar de leche asistiendo a la formación de una bahía.
Mujer que ahora te tiendes solitaria a la orilla ardiente del
/insomnio,
con tu desnudez total brillando bajo esa casa aprisionante del deseo,
yo amo esa ubicación de tus carnes y tus cosas, imponentes
como la soledad y la muerte cercando al guerrero en la pelea.
Un fusil de sombras descargado por el alba, no obstante explota
en las manos de ese carabinero de los días impotentes
que sobre las llanuras donde el sol hierve las hierbas verdes
corre en zigzag protegiéndose bajo la sombra de los pájaros.
Las montañas se uniforman de azules para hacer su ronda
/meridiana
y avanzan vigilantes, rondando la frontera de los valles,
espantándose las aves de las nubes con los cascos de sus montes
hasta hacer la guardia circular de las distancias.
Mujer de agua desnuda colmando el trinerío de los valles,
montando tus piernas limpias en el caballo blanco del hastío
y corriendo soberana del beso la llanura quemante de la soledad,
yo ayuntaré a tus carnes la bronceada culebra viva de mi verso.
También hubo una ciudad ordenada y limpia en aquel valle,
hubo torres y árboles —naranjos, recordamos—con raíces
/violentas
que se hundían en el agua de tu cuerpo y se clavaban en tu vientre
como garras en medio del clamor de las campanas.
Entre la selva de las antenas y las parábolas, la ciudad futura
espera nuestra voz. La quiere cierta de presentes
como la desnudez de tus piernas, como aquella extraña, increíble
desnudez de tus pies, que desnudos me parecieron almas.
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